Black & Brown Moving Forward Together
“Simon, Simon, Satan has asked to sift all of you as wheat. But I have prayed for you, Simon, that your faith may not fail. And when you have turned back, strengthen your brothers.”- Luke 22:31-32
Peter’s journey with Jesus was filled with so many leaps of faith that he assumed he would be ready to endure the cross with Jesus as well. Jesus knowing that he would endure the cross alone gave Peter a hard truth. Satan was coming to destroy the relationship between Jesus and Peter, but all was not lost, Jesus already prayed. Peter had only one responsibility after enduring this fiery trial. He must return and strengthen his brothers.
In the fight for justice and racial equality, we must remember that we are not in this alone. After enduring fiery trials and hard battles, we must remember that Jesus has already prayed for us. He has told us that Satan’s plan will not come to past and we will be victorious. However, we must remember that the war is not over. We must return to our communities and strengthen our brothers and sisters. We must rid ourselves of “Black and Brown” divisions and work together as oppressed communities of color. Our war is not against flesh and blood, but against corrupted governments under demonic influence. Christ has already prayed for us, but we are responsible for returning back strengthening each other, and walking in community together.
Father,
We know you are with us as we fight against injustice. We ask that you help us as repair the broken relationship between our communities. Help us return to one another and strengthen each other. In Jesus name, we pray. Amen.
Dominique Robinson-Coleman is a Master of Divinity Student at Fuller Theological Seminary. She is currently working as a site-director for an after school program located in Pasadena, CA.
Devocional en Español:
LECTURA: SALMO 137:1-4 (NVI)
1 Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos, y llorábamos al acordarnos de Sión. 2 En los álamos que había en la ciudad colgábamos nuestras arpas. 3 Allí, los que nos tenían cautivos nos pedían que entonáramos canciones; nuestros opresores nos pedían estar alegres; nos decían: «¡Cántennos un cántico de Sión!» 4 ¿Cómo cantar las canciones del Señor en una tierra extraña?
CUANDO LOS INMIGRANTES EVANGELIZAN A LA IGLESIA
El Salmo 137 nos presenta un sentimiento un tanto agrio del pueblo israelita migrante en exilio: Sentados “junto a los ríos de Babilonia, llorábamos al acordarnos de Sión” (v.1). Para los inmigrantes que tenemos historias agridulces de cautividad, opresión y segregación se nos hace difícil cantar en prosas dulces o amargas, siempre lo hacemos en tonos mixtos, en tonos intermedios y agridulces. Nunca la canción sale totalmente libre de bemoles saturados de ironía; es un canto triste que espera la redención, es una herida que sana a otros. Es difícil imaginar al pueblo de Israel o a la iglesia de Jesucristo sin pensar en la migración. Cuando una iglesia se desentiende de las injusticias migratorias pierde parte de su carácter y necesita el poder evangelizador de los inmigrantes.
La historia migratoria de Israel con Jehová es también agridulce. A la luz del Antiguo Testamento, Jehovah escoge a Israel y la conduce por los hilos marginales y peregrinos de la historia frente a los imperios en turno (Egipto, Asiria, Babilonia, Persia, Greco-Roma). La narrativa de exilio de Israel se presenta como un espectáculo de la gracia de Dios; gracia que primero mata y luego da vida. Se escenifican así sus luchas, victorias y derrotas. Israel representa a un pueblo que vive mayormente cautivo y en busca perpetua de su Canaán. Su tierra prometida se encuentra en la memoria de una promesa abrahámica y en la añoranza de un reinado mesiánico que nunca se consuma. Israel es la esclava liberta (Éxodo) que vuelve a caer cautiva (exilio) y espera su liberación mesiánica.
El Nuevo Testamento sigue la narrativa peregrina y migratoria de Israel; el Nuevo Israel es ahora representado por la Iglesia de Jesucristo. La iglesia durante los primeros siglos vivió peregrina y migratoriamente hasta que entró en alianza con el poder imperial (Constantino).
La iglesia occidental predominante pasará por 2 grandes etapas: de la imperialidad medieval a la colonialidad moderna —todavía funcionamos con esas dos lógicas.
Nuevamente,cuando una iglesia apoya (o mantiene silencio) con leyes imperiales/coloniales/modernas anti-inmigrantes y se aleja de sus narrativas bíblicas de origen (liberación, exilio, migración) en ese momento la iglesia necesita del toque redentor de Dios a través del inmigrante. El pueblo inmigrante, entonces, es usado por Dios para alinear a la iglesia nuevamente con sus linaje peregrino migrante; en este caso tan patético ocurre una inversión de roles: el inmigrante evangeliza al cristiano, le recuerda de su voción. Las palabras del apóstol Pablo atinan en este punto:
Pero Dios escogió…lo débil del mundo para avergonzar a los poderosos. (1 Cor 1:27, NVI)
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Rev. Oscar García-Johnson, PhD
Facultad del Seminario Teológico Fuller
Miembro de “Comunidad Sin Fronteras”, Glendale, CA.
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Paramount, CA, USA