What Will You Carry With You?
Galatians 6:2 “Carry each other’s burdens, and in this way you will fulfill the law of Christ.”
I had the privilege of working in a non-profit shelter that received unaccompanied children after they were detained by I.C.E. Upon their arrival, we would document the property they brought with them on their journey. Usually it was the clothes on their backs. Maybe a crumpled copy of a birth certificate or a few small bills.
One day we received a sibling group from Honduras. The oldest brother was 13. His little sisters were 11 and 9. That day, the routine review of their property section made me pause. They had brought with them a Bible. As they trekked across the American continent in search of their mother they carried with them these sweet words—and nothing else.
As we begin our journey today, what are we carrying with us? Our journey will be quite different from that of these young siblings, but what does it look like to begin carrying the experiences of these young brothers and sisters?
Their pain:
“I was always scared because of the gangs.”
“She died in my arms.”
“He would come into my room at night.”
Their questions:
“Have you ever been to Guatemala, Miss?” “And you weren’t deported?” “Why can you go to other countries when other people can’t come into yours?”
Their hopes:
“After what the gangs and I.C.E did to me, I want to be a lawyer and bring justice to immigrants.”
Their faith:
“I prayed and so it happened.”
“La vida es beautiful!”
As we begin to carry these pains and burdens, questions, hopes, and faith, they begin to sink into our minds, our hearts, and they slowly begin to become our own. Our burdens, our questions, our hopes, our faith. I think that may be what God had in mind.
Erica Scoffield Nellessen is currently pursuing a Masters in Social Work at the University of Southern California, and hopes to continue working with unaccompanied children and their families.
Devocional en Español:
LECTURA: GEN 12:10-13 (NBLH)
10 Pero hubo hambre en el país, y Abram descendió a Egipto para pasar allí un tiempo, porque el hambre era severa en aquella tierra. 11 Cuando se estaba acercando a Egipto, Abram dijo a Sarai su mujer: “Mira, sé que eres una mujer de hermoso parecer; 12 y sucederá que cuando te vean los Egipcios, dirán: ‘Esta es su mujer’; y me matarán, pero a ti te dejarán vivir. 13 Di, por favor, que eres mi hermana, para que me vaya bien por causa tuya, y para que yoviva gracias a ti.”
HACIA LA FRONTERA: LA OPCIÓN PREFERENCIAL POR LA VIDA
En el continente americano se nos ha enseñado a leer este tipo de textos bíblicos a través de una óptica de excepcionalidad, nativista y de privilegio patriótico americano. Abram aparece así como un personaje heroico con licencia divina para cruzar fronteras, apropiarse de tierras canaanitas que no le pertenecen a fin de que un día se establezca una nación bendecida.
Esta lectura moderna y americanista del texto bíblico oculta riquezas de significado que son parte de la narrativa abrámica en su propio contexto; un contexto desafiante para una familia caldea convertida en inmigrante, dependiente de otras etnias, vulnerable, débil y sin privilegios territoriales. Dicha familia presenta dos paradigmas vitales de cara a grandes atrocidades y sacrificios: (1) el paradigma de la migración cuya condición les lleva a transformarse en foraster@ y les impone la necesidad humana más básica que existe: sobrevivir es optar por la vida. Por lo cual la familia abrámica se ve en la obligación de negociar tácticas temporales de sobrevivencia que les lleva aun a transgredir normas territoriales y culturales. (2) El paradigma de la fe cuya condición de misión transfronteriza vitaliza su condición de inmigrante sabiendo que han sido llamados a cumplir los propósitos divinos por doquiera que van. Este paradigma de la fe es inseparablemente paradigma de vida: “en ti serán benditas todas las familias de la tierra” (Gn 12:3).
El problema de una lectura bíblica de excepcionalidad patriótica y nativista no es solo interpretativo (teológico) sino ético y político. Una teología mal articulada da legitimidad a una política excluyente y de muerte. Así, el complejo abrámico asumido como caracterización de “norte” ha venido siendo utilizado para excluir culturalmente a todo un continente colocando a nuestra nación estadounidense como la única portadora de la vocación abrámica.
Recordemos que desde sus inicios peregrinos en el siglo XVII hasta la consolidación del panamericanismo a partir del siglo XIX hasta inmediatamente después de la “WWII” (“América para los americanos”), nuestra nación norteamericana ha nacionalizado el tipo de narrativa abrámica de corte excepcionalista, nativista y de privilegio continental lo cual le ha permitido recorrer el continente (y el mundo) casi sin límites fronterizos. A través muchas décadas de expansionismo, intervencionismo y neoliberalismo se ha proyectado que “el norte” es la tierra prometida. Pero curiosamente, los inmigrantes del sur que buscan llegar a esa tierra prometida no son considerados “Abram y Sarai”. Parece ser que no hay Abram ni Sarai en los sures del mundo. El “norte” ya tiene dueño, es el “Abram del norte” y este Abram mítico no admite otros/as ni necesita VISA cuando viaja a los sures americanos pero la exige cuando los sures intentan cruzar sus temibles y codiciadas fronteras; fronteras de muchos tipos que nunca se acaban.
El problema no es la frontera sino la gran diferencia de riqueza y pobreza, de vida y muerte en los pueblos separados por ella
¡Optemos por la vida más allá de la frontera!
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Rev. Oscar García-Johnson, PhD
Facultad del Seminario Teológico Fuller
Miembro de “Comunidad Sin Fronteras”, Glendale, CA.
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Border Field State Park, San Diego, USA