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La Asociación de Desarrollo Comunitario Cristiano (CCDA, por sus siglas en inglés) inició hace varias décadas cuando John Perkins, quien sólo había cursado hasta el cuarto año de primaria, exigió justicia para su pueblo, incluso siendo pastor de una tradición dispensacional. Más de la mitad de las familias afroamericanas vivían por debajo de la línea de pobreza en el condado de Mississippi, de donde John era originario. La segregación era abiertamente la norma de vida y el sistema de justicia era cruel para con los hombres y mujeres de raza negra. Fue entonces cuando el Pastor Perkins se levantó y proclamó: “Haz lo correcto, hombre blanco, haz lo correcto.”
John y Vera Mae Perkins se mudaron de California y regresaron a Mississippi, donde iniciaron estudios bíblicos y ministerios de alcance para enseñar el mensaje de Jesús. Como líderes afroamericanos creyeron que a través de estos esfuerzos “lograrían desafiar a los jóvenes a profesar su amor al Señor y a la gente, y a que tuvieran un amor más profundo por Dios que por el consumismo” (Gordon y Perkins 2013, 21). Ambos pensaron que al hacer esto, los miembros de la comunidad local adquirirían entendimiento y disciplina para salir por sí mismos de la pobreza. John, más tarde, diría que no regresó a Mississippi con un concepto “integral” de Dios, sino que el evangelio que practicó, ya se encontraba allí en Mississippi al regresar.
La época de los derechos civiles de los años sesenta, le enseñó a Perkins que para enfrentar la injusticia sistémica que padecían las familias negras, necesitarían más que hablarle a la gente del amor de Jesús. Caminaron con el pueblo, trabajaron con ellos en el campo, se involucraron en las escuelas y vivieron junto con ellos. Rápidamente, John y Vera comprendieron que más que hablar de la vida radical de Jesús, las personas necesitaban ser capacitados en cómo vivir según el camino radical de Jesús, — lo que la gente necesitaba en realidad eran habilidades, consejos prácticos y trabajos. Muchos también necesitaban justicia.
Durante ese tiempo, John y Vera Mae cambiaron sus ideas sobre la naturaleza del evangelio. Empezaron a creer que el mensaje de Jesús no sólo era para que la gente sintiese seguridad de su vida eterna, sino también para ayudarlos a reconocer la necesidad de restaurar lo que estaba quebrantado en esta vida. Llegaron a entender que las personas salvadas por gracia podían usar todo lo que estuviese a su alcance (sus dones, talentos, conocimientos, conexiones y recursos) para cumplir los propósitos de Dios aquí en la tierra y en la vida venidera.
Los años que pasó Perkins en Mendenhall, Mississippi sirvieron de base e infraestructura de lo que hoy conocemos como Desarrollo Comunitario Cristiano (CCD, por sus siglas en inglés). Durante este periodo, el Dr. Perkins vio el significado de las “tres erres”: reubicación o mudanza, reconciliación, y redistribución.
En 1989, el Dr. Perkins se reunió con un grupo de líderes cristianos de todo el país los cuales se comprometieron a servir a las comunidades vulnerables. Como resultado de esa reunión, nació Christian Community Development Association (CCDA) o la Asociación de Desarrollo Comunitario Cristiano.
Los líderes fundadores y dedicados activistas de CCD empezaron a practicar las “tres erres” en sus comunidades. Después de escuchar historias de diferentes comunidades, estudiaron las Sagradas Escrituras y juntos oraron fervientemente. El consejo directivo de CCDA posteriormente agregó cinco componentes a las “tres erres” iniciales: enfoque integral (holístico), desarrollo del liderazgo, escuchar a la comunidad, la iglesia como base y empoderamiento.
La ardiente demanda de justicia de un desertor de cuarto grado de primaria del área rural de Mississippi se ha convertido desde entonces en un movimiento de miles de personas que viven integralmente el evangelio de Jesús y trabajan para alcanzar una renovación comunitaria dentro y fuera de los Estados Unidos.
Los componentes claves del Desarrollo Comunitario Cristiano (CCD, por sus siglas en inglés) ayudan a guiar el desarrollo comunitario que ya existe y opera dentro de vecindarios o barrios marginados o de escasos recursos económicos. La filosofía de CCD cree que la gracia salvadora de Jesús abarca todas las áreas quebrantadas de la vida humana que se desviaron bruscamente del diseño de Dios de unidad, abundancia y shalom. La gracia salvadora de Jesús permea y transforma nuestras relaciones humanas, los lugares donde vivimos, la manera en que gastamos nuestro dinero, nuestro anhelo de paz y justicia y cómo nos preocupamos por los que nos rodean.
El propósito de CCD es instar a los cristianos a comprometerse a iniciar un proceso integral de restauración a largo plazo arraigado en relaciones interpersonales. Las prácticas de CCD promueven acciones redentoras y transformadoras en cada área de la vida de manera tal, que la gente, las comunidades, los barrios, las ciudades y toda la creación puedan florecer en la forma en que Dios lo planeó.
Frecuentemente nuestras iglesias y organizaciones no gubernamentales (ONG), se plantean dos opciones cuando enfrentan lo que está fracturado en el país y alrededor del mundo.